Jesús
Jesús tiene el poder de cambiar nuestras vidas. Jesús es tan único porque dos mundos chocan en Él:
- El cielo y la tierra.
- Lo divino y lo humano.
Jesús el alfa y omega
Jesús se declara a Sí mismo como el principio y el fin de todas las cosas, una referencia que pertenece solo al Dios verdadero. Esta declaración de eternidad, únicamente podría ser aplicada a Dios.(Apocalipsis 1:8; 22:13) Todo lo que existe en última estancia se origina en El. Y todo de alguna manera u otra terminará con Él.
Jesús es Dios hecho hombre
Jesús también es humano, el amigo personal que sabe lo que estamos pasando y se preocupa por nosotros. Por eso la Biblia (Isaías 9:6; Mateo 1:23) también lo llama “Emmanuel”, Dios con nosotros. La unión de la deidad y humanidad de Cristo en una Persona es de tal manera que tenemos todo lo que necesitamos en el mismo Salvador.
No hay otro nombre
Cuando hablamos del Nombre de Jesús no hablamos meramente de la identidad de una persona sino de una “Autoridad” de parte de Dios en la tierra y en el cielo. La Biblia nos enseña que es un Nombre sobre todo nombre. Eso implica una posición de Autoridad sobre todo otro nombre en el mundo visible o invisible. Jesús es Rey de reyes y Señor de señores: (1 Timoteo 6:15; Apocalipsis 19:16)
Jesús se interesa en tí
A menudo desvalorizamos el amor de Dios debido a nuestra historia, nuestros fracasos y defectos. El pecado nos ha separado de Dios y nunca podremos compensar el pecado por nuestras buenas obras.
Entonces, ¿cómo podemos aceptar lo que no hemos ganado?
La Biblia dice que nada en toda la creación puede separarnos del amor de Dios. Aceptar el amor de Dios es simplemente confiar en su perdón y gracia hacia nosotros.
Sólo Él tiene el poder de liberarnos de la culpa, la vergüenza y la condenación para darnos una vida abundante. Todo lo que tenemos que hacer es recurrir a Él.
Anhelamos ver vidas transformadas, cumpliendo plenamente los propósitos de Dios.
Nuestra fe
Creemos que la Biblia es la Palabra de Dios, y que ella es la única regla de fe y conducta para la vida del cristiano.
Creemos que existe solamente un vivo y soberano Dios, Creador de todas las cosas, existiendo eternamente en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Creemos en la deidad de Jesucristo, en su nacimiento virginal, en su vida sin pecado, en su sacrificio en la cruz para la redención del hombre, en su resurrección corporal, en su ascensión y en su regreso físico en poder y gloria para reinar en esta tierra.
Creemos que todos los hombres están perdidos y separados de Dios por el pecado y que su única esperanza y salvación es a través de la sangre de Jesucristo, derramada en el Calvario, para ello debemos arrepentirnos de nuestros pecados, creer en el Señor Jesucristo y someternos a Su voluntad para nuestras vidas.
Creemos en el Ministerio presente del Espíritu Santo al bautizar, sellar, y llenar al creyente para su servicio en el Reino de Dios.
Creemos que es Dios quien nos equipa de modo que podamos alcanzar con éxito su propósito para nuestras vidas, desempeñando nuestro papel dentro de la Iglesia y sirviendo a la comunidad en donde vivimos.
Creemos que Dios quiere sanarnos y transformarnos para que podamos vivir vidas sanas y bendecidas a fin de ayudar a otros de manera más efectiva.
Creemos que nuestro destino eterno del cielo o del infierno es determinado por nuestra fe en la obra de Jesucristo en la cruz.
Nuestra misión
La iglesia que Dios busca para mostrar su poder es la que trabaja con una misma visión, bien dirigida por líderes naturalmente dotados, espiritualmente potentes y genuinamente humildes. Líderes que pagarán el precio y contarán el costo de impactar a ciudades y naciones con grandes iglesias que glorifican a dios, comprometidos con cinco áreas muy importantes.
A- ORACIÓN (Efesios 3:20; 6:18; 1 Tesalonicenses 5:17; 1 Timoteo 2:1-4) La oración es el arma más poderosa que Dios nos ha revelado para cambiar las cosas y descubrir Su voluntad.
B- EVANGELISMO (Mateo 28:18-20; 2 Timoteo 4:5) Es nuestra responsabilidad motivar a nuestros discípulos la pasión por las almas perdidas, pues, ¿de qué otra manera pueden salvarse las almas si no hay quien les predique? Todo cristiano debe ser un testigo fiel de lo que el Señor ha hecho en su vida y la motivación a ganar las almas es básico en la vida de todo creyente y de toda iglesia.
C- DISCIPULADO (2 Timoteo 2:2) Las personas dentro de cada iglesia deben de ser alimentadas y fortalecidas espiritualmente con la Palabra de Dios. Todo cristiano tiene la responsabilidad de presentar defensa de la fe, instar, corregir, instruir, edificar y exhortar en todo tiempo.
D- MISIONES (Juan 17:18; Mateo 28:18-20) Existen dentro de las iglesias muchos hombres y mujeres con un gran amor por las almas perdidas y con firmes convicciones de servir al Señor en otros lugares del mundo. Cada pastor de la iglesia debe evaluar y discernir que estos misioneros potenciales realmente tenga este llamado genuino para servir al Señor en otras naciones o diversos lugares geográficos del mundo. Estos discípulos deben ser apoyados espiritualmente y moralmente hasta el tiempo de su partida. Y la iglesia debe orar constantemente por los lugares geográficos adonde el Señor les quiera enviar para que vayan a sembrar la preciosa semilla de la Palabra de Dios.
E- ALABANZA Y ADORACIÓN (Efesios 4:19; Salmos 149, 150) Debemos empapar los corazones de esta nueva generación sedienta por aguas frescas con alabanzas que lleguen al mismo trono de Dios. Cambiar, restaurar, alegrar y alentar a las almas es un gran desafío para todos nosotros. Preparamos grupos de jóvenes discípulos vocalmente, en el uso de instrumentos musicales, coreografías y escenografías para mostrar al mundo entero que las aguas frescas de la alabanza y adoración sincera pueden estar llenas de amor a Su obra, de entusiasmo, energía y gran gozo, demostrando de esta manera nuestra gran gratitud y amor a nuestro Dios.
Nuestra visión
Vemos una Iglesia cuya única cabeza es Jesús, Nuestro Rey y Señor, llena del Espíritu de Dios…cumpliendo el propósito que el Señor Jesucristo nos dejó en la Gran Comisión (Mateo 28:18-20).
Vemos una Iglesia unida impactando a millones de personas…a través de la predicación del Evangelio de la gracia de Dios, el discipulado y las misiones mundiales. Vemos un Iglesia que dedica tiempo para preparar, levantar, equipar y facultar a generaciones jóvenes y ungidas de líderes del Reino de Dios de todo el mundo…con ejemplo, amor, paciencia, tolerancia y sana doctrina.
Vemos una Iglesia llena del amor y compasión del Padre en los rostros de cada integrante, en la que cada hombre, mujer y niño que entra por sus puertas pueda sentirse en casa.
Vemos una Iglesia comprometida apoyando a otras Iglesias, conectando a cientos de miles de pastores y líderes equipándolos, alentándolos a ser todo lo que Dios los ha llamado a ser: Un Cuerpo.
Vemos una Iglesia no conforme con los triunfos pasados, sino mirando y trabajando hacia el futuro, convencida de que Dios tiene más, inspirando e influenciando así a muchos.
Vemos una Iglesia saludable adorando y alabando al Rey reflejando y contagiando tal pasión por Cristo que otros sientan su presencia, magnificencia y poder.
Vemos una Iglesia creciendo a tal grado que no pasaremos desapercibidos en nuestras ciudades; enseñando y predicando claramente la Palabra de Dios en todo momento y lugar, alcanzando a multitudes en estadios, cruzadas, programas de radio, TV y medios de comunicación.
Vemos una Iglesia innovadora como punta de lanza en la comunicación a través de los medios y la tecnología…transmitiendo el mensaje de esperanza y propósito a personas de todo el mundo.
Vemos una Iglesia dirigida por el Espíritu Santo, luchando y avanzando sin parar, para establecer el Reino de Dios en todo lugar, derribando fortalezas espirituales que se oponen al conocimiento de Dios, penetrando fortalezas inquebrantables.
Vemos una Iglesia que ofrece una esperanza viva a millones de personas que viven en tinieblas, dando respuestas a los principales problemas de la vida, extendiendo el amor de Dios a los necesitados y quebrantados de corazón.
Vemos una Iglesia llena de nuevas generaciones de valientes soldados del Reino de Dios, llenos del Espíritu Santo presentando defensa de su fe, arrebatando el terreno espiritual que como herederos nos pertenece.
Vemos una Iglesia que ama a Dios, ama a las personas, amando y defendiendo la vida, levantando en alto el Nombre de Jesús.
Vemos una Iglesia comprometida a llevar el amor y la esperanza de Cristo a todo lugar a través de la predicación del Evangelio y un mandato que nos impulsa a hacer todo lo posible para brindar ayuda y solución a un mundo necesitado. Cuya cabeza es Jesús, cuya ayuda es el Espíritu Santo y cuyo enfoque es la Gran Comisión.